La Meseta de Somuncurá es una de las áreas naturales protegidas más extensas y remotas de la Argentina, ubicada en la región centro-sur de Río Negro. Con sus imponentes paisajes de meseta volcánica y su vasta biodiversidad, esta área cubre 3,469,827 hectáreas. La meseta, cuyo nombre significa "piedra que suena" en lengua mapuche, tiene una formación geológica única, lo que ha permitido que muchas especies evolucionen de manera aislada, generando un alto grado de endemismo en flora y fauna.
Entre las especies más destacadas y exclusivas de Somuncurá se encuentran la mojarra desnuda (Gymnocharacinus bergii) y la ranita de Valcheta (Pleurodema somuncurense). La mojarra desnuda es el único pez endémico de la Patagonia árida y habita en las cálidas nacientes del arroyo Valcheta. Con su característica ausencia de escamas, la mojarra desnuda ha logrado adaptarse a un hábitat termal específico. Sin embargo, enfrenta amenazas importantes debido a la introducción de especies invasoras, como la trucha y la mojarra plateada, que compiten por espacio y alimento.
La ranita de Valcheta, también endémica de este arroyo, es un anfibio pequeño y de hábitos casi acuáticos, que encuentra refugio en los rincones menos accesibles del curso de agua. Esta especie emblemática se encuentra en peligro crítico debido al impacto de la trucha, la pérdida de hábitat por la actividad ganadera y el cambio climático, que altera los niveles hídricos de la región. Proyectos de conservación han trabajado para restaurar y proteger su entorno natural, y han implementado programas de reproducción en cautiverio para la reintroducción de la ranita en áreas restauradas.
La biodiversidad en la meseta incluye también al pilquín de Somuncurá, una variedad de chinchillón exclusiva de este lugar, además de lagartijas y varias especies de plantas, como Grindelia pygmaea y Lecanophora ruizleali, ambas endémicas del área. En cuanto a la fauna más grande, guanacos, choiques y especies como el zorrino y el gaucho serrano también forman parte del ecosistema, que alterna zonas de estepa y formaciones de jarilla.
Las condiciones de difícil acceso y el clima riguroso han permitido que la meseta conserve su riqueza ecológica con un mínimo de intervención humana. Este paisaje prístino y geológicamente diverso representa un tesoro natural y cultural para la región, brindando además importantes oportunidades para la investigación científica y el ecoturismo sustentable en el ámbito de la conservación de especies únicas.