Para quienes se dedican a este oficio, la producción de ladrillos no es sólo un trabajo, es un legado que se transmite de generación en generación. "El que hace ladrillos es porque lo ama", nos dice desde el Parque Ladrillero de General Roca, Juan Paillalef, representante sindical y trabajador del sector. "Muchos aprendieron el oficio de sus padres. Es un trabajo que no lo hace cualquiera, pero aquellos que lo hacen, lo sienten en el corazón", agregó.
Este es el caso también de Aldo Zúñiga, presidente de la Cooperativa de Ladrillos de General Roca, quien lleva 20 años dedicándose a la actividad, un oficio que aprendió de sus tíos cuando era adolescente. "No hemos parado de hacer ladrillos desde que empecé", cuenta Zúñiga. "Es un trabajo que demanda muchas horas, no tiene horario fijo. Una vez que llegás al horno, siempre hay algo por hacer, ya sea cortar el ladrillo, cargarlo en el camión o llevarlo a la obra. Es un trabajo que consume todo el día".
Este año, los pequeños productores enfrentan un panorama complicado. La caída en la actividad de la construcción, sumada al aumento de los costos de producción, ha afectado gravemente al sector ladrillero. "La situación es muy difícil para muchos productores", reconoció Paillalef. "El costo de los insumos se ha disparado, y muchos compañeros están evaluando si pueden iniciar la temporada. La baja demanda de ladrillos en las construcciones grandes y pequeñas nos pone en una situación compleja".
Zúñiga también destacó las dificultades del sector en estos tiempos. La temporada de producción de ladrillos, que comienza en agosto y se extiende hasta mayo, depende en gran medida del clima y las condiciones del suelo. "Este invierno fue muy duro, con heladas que complicaron todo. Pero seguimos adelante, esperando que mejore el tiempo para arrancar", explicó.
A pesar de todos los desafíos, el oficio ladrillero sigue siendo una fuente vital de sustento para muchas familias rionegrinas. En el Parque Ladrillero de General Roca, que surgió en 2019 a través de una ordenanza municipal, más de 20 familias dependen de esta actividad. "Gracias a la organización de los compañeros, hemos logrado avances importantes en estos cinco años", señaló Paillalef. "Conseguimos asegurar el acceso al agua, obtuvimos herramientas como un camión y un tractor, y también una máquina para tecnificar la producción, algo clave para aliviar la carga física de este trabajo tan sacrificado".
Zúñiga, por su parte, destacó la importancia de la tierra, el agua y el aserrín en la producción del ladrillo artesanal, elementos que deben estar en armonía para garantizar la calidad del producto final. “Todo va de la mano. Sin agua, no se puede hacer barro, y sin barro, no hay ladrillo”, explicó. Este conocimiento, transmitido de generación en generación, sigue siendo la base del oficio ladrillero.
Este 21 de agosto es una fecha para poner en valor el esfuerzo y la dedicación de los trabajadores y trabajadoras ladrilleras que sostienen una actividad esencial para la construcción en nuestra provincia. Su trabajo artesanal no sólo da forma a los ladrillos, sino que también construye el futuro de muchas familias que dependen de esta labor.
A pesar de los desafíos actuales, los ladrilleros de Río Negro siguen adelante, con la esperanza de que su oficio continúe siendo una parte esencial del tejido económico y social de la región.
A nivel nacional, la efeméride fue instaurada en 2016 por la Ley 27299, en homenaje a Oscar Robledo, productor artesanal de ladrillos no vidente de Corrientes.